Shadow Warrior 3: un FPS clásico al estilo DOOM Eternal o Serious Sam 4 que te garantiza horas y horas llenas de caos y acción

Shadow Warrior 3 llega con todas las fuerzas para sorprender a más de uno con una propuesta super entretenida, llena de acción y de sangre. Lo probamos en PC y te contamos todo.

Apogee Software comenzó su travesía en el mundo de los videojuegos allá por 1987, regalándonos algunos clásicos como el Commander Keen, el primer Duke Nukem, el icónico Wolfenstein 3D, otro FPS de la vieja escuela como Rise of the Triad y muchísimos otros títulos de varios géneros. Con la explosión del 3D, Apogee Software apuesta a los FPS con esta nueva tecnología y se convierte en 3D Realms, nombre con el que lanza Duke Nukem 3D en 1996, Shadow Warrior en 1997 y Max Payne en 2001.

Shadow Warrior fue uno de esos títulos que hoy se los suele llamar como “juegos tapados”. Dentro de toda la parafernalia que proponían títulos FPS como DOOM, Quake, Unreal, y otros grandes exponentes del género por aquella época, Shadow Warrior se hacía valer por sí mismo por tener un tono completamente diferente, con mucha comicidad, una katana como arma principal, y todo un contexto visual y narrativo que se basaba directamente en Japón y todo lo que su cultura y arte proponen.

El juego fue tapado, literalmente, por otros grandes lanzamientos de la época, donde las consolas habían tomado gran parte del mercado por los juegos que salían para PC seguían teniendo a gran parte del público. Títulos como The Curse of Monkey Island, Age of Empires, Fallout, Quake II, Carmageddon, Grand Theft Auto, Need for Speed II o MDK fueron de los más destacados, algunos por ser esperadísimas secuelas, y otros por proponer algo completamente diferente a lo que se venía viendo. Pero, entre tantos grandes juegos que salieron ese año, la estrella indiscutible había sido Final Fantasy VII.

Aun así, Shadow Warrior había gustado y tuvo dos DLC: en 1998 salió Twin Dragon y varios años después, en 2005, lanzaban Wanton Destruction. Este último DLC no tuvo tanto éxito (aunque era muy bueno) y durante muchos años, todos se olvidaron de Shadow Warrior y su protagonista, el ninja Lo Wang, un rebelde y renegado personaje que gustaba de matar y enfrenarse a diferentes hordas de demonios.

Allá por 2013, la desarrolladora Flying Wild Hog une fuerzas con el reconocido publisher Devolver Digital y lanzan una suerte de continuación/remake/reimaginación llamada Shadow Warrior, así a secas, un juego que tuvo mucho éxito por lo bien desarrollado que se encontraba, tanto en su historia, como en la acción y el apartado visual. En 2016 aparece Shadow Warrior 2, ya con un grupo bien grande de fanáticos de la saga, ampliando y mejorando la experiencia del título de 2013. En 2022, tenemos entre manos a Shadow Warrior 3, repitiendo empresa desarrolladora y editora.

Basta de historia, ahora… vamos a pelear

En esta tercera entrega que probamos en PC, la comedia se lleva a otro nivel y es lo primero que podemos notar. Lo Wang sigue manteniendo sus destrezas marciales, pero ahora es un completo idiota (muy parecido a lo que pasó con Ash Williams en la serie Ash vs. Evil Dead) que se ha vuelto bastante loco al abrazar la soledad en la que queda luego de la segunda parte. La escena inicial, con él hablando solo y rememorando sus aventuras, marcan el tono de todo lo que vamos a jugar más adelante. Tiene mucho de humor físico, humor absurdo y una cuota de humor bastante infantil, incluso con doble sentido, que terminan definiendo ese tono.

Si bien la historia viene de las entregas anteriores y se sigue construyendo entre cinemáticas de una calidad impresionante, no se reflejan de lleno en el juego. La narrativa corta cuando se terminan estas cinemáticas, y lo único que hacemos al encarnar a Lo Wang es ir de un punto A hasta un punto B aniquilando a las hordas de demonios que van apareciendo. Si aun no jugaron a ninguna de las entregas anteriores, podríamos decir que Shadow Warrior 3 es una mezcla perfecta entre Serious Sam 4 y DMC, pero con una estética visual japonesa realmente increíble.

Nuestra arma principal sigue siendo la katana, con la que vamos a poder cortar a nuestros enemigos como si estuviesen hechos de papel. La sangre, las tripas y los desmembramientos, que componen el gore del juego, están a la orden del día, manteniéndose bien exagerados para la satisfacción del público. En el camino, vamos a ir consiguiendo diferentes armas, una más poderosa que la anterior, pero siempre con alguna contra justificada, como la cantidad de disparos o el alcance. Esto hace, como cualquier juego que se precie de tener momentos de acción bien tácticos, que tengamos que pensar para elegir qué arma vamos a elegir dependiendo de los enemigos que tengamos en frente. O al menos así funciona gran parte del tiempo, ya que cuando todo se convierte en caos y nos encontramos en el medio de docenas de enemigos de todo tipo corriendo y colgándonos de todos lados para sobrevivir, cualquier arma sirve para nuestro propósito.

No se puede negar: el aspecto visual es impresionante. El diseño de personajes es soberbio. Que las cinemáticas sean de gran calidad no es noticia a estas alturas, pero si nos ponemos a analizar el apartado visual, podemos destacar cada objeto que vemos. Los diseños son impresionantes, manteniendo siempre ese aire tan japonés que lo hace único, entremezclándose con algunos toques cibernéticos que sin llegar a ser cyberpunk, tienen una búsqueda similar hacia ese lado. Las luces y sombras están perfectamente balanceadas, y si bien la mayoría del juego se desarrolla en entornos cerrados, cuando estamos al aire libre en nivel bien abiertos, los efectos de luz cobran una importancia muy relevante. El juego, de por sí, es muy oscuro, hay momentos cuando parece que estamos jugando un plataformero saltando de una piedra a otra por inmensas cavernas, que literalmente no vemos nada, salvo por algunas rocas luminosas que nos marcan el camino.

Enganchando en esto último, el juego es realmente muy difícil. Obviamente, según la opción de dificultad que seleccionemos esto va a variar, pero se nota que los desarrolladores quisieron hacer un juego mucho más complicado que los anteriores. Como ya mencionamos, los niveles básicamente tienen la premisa de ir de un punto A a un punto B, y en el medio enfrentarnos con diferentes hordas de enemigos donde, hasta no matar al último, no se habilita el paso para seguir adelante. Entre horda y horda, que cada vez se vuelven más complicadas, con mayor cantidad de enemigos, mayor complejidad de enemigos, y una IA muy bien ajustada, tenemos que ir avanzando por diferentes ambientes que siempre proponen una dificultad diferente, como saltos entre abismos, trepar por paredes, correr por paredes, y un gran etc. que como también ya dijimos, recuerda mucho al DMC.

Estos momentos es donde Shadow Warrior 3 se convierte en un plataformero en primera persona, por así decirle, y realmente se hace difícil. Porque algo muy interesante, es que no solo los enemigos son más complicados, aparecen nuevos enemigos con diferentes ataques y todo se vuelve cada vez más intenso, sino que el diseño de nivel propiamente dicho va mutando de a poco. Lo que comienza siendo en tierra firme, cada vez comienza a tener más altura, cada vez hay mas espacios por donde nos podemos caer al vacío y llega un momento de esos donde tenemos que enfrentar a una horda inmensa de enemigos, donde nos vamos a encontrar corriendo entre plataformas flotantes, donde hay que calcular muy bien cada salto, tener cuidado de no ir hacia atrás y caernos, y mirar bien cada lugar donde vayamos a aterrizar luego de escapar de una muerte segura porque varios enemigos de esos bien molestos nos acorralaron.

La música también está muy bien elegida. Es de esas bandas de sonido bien rockeras, que quizás no llega a tener la composición que tiene la de DOOM con el gran Mick Gordon detrás, pero aun así está muy bien, aunque como pasa con el Serious Sam 4, queda muy en segundo plano en los momentos de acción ya que los ruidos de los enemigos y los constantes disparos y explosiones se apoderan de todo el lugar. Hay algunos efectos de sonido muy particulares, como cuando al presionar la tecla Q nuestro protagonista toma a los enemigos y les arranca algún pedazo de su cuerpo, que se sienten tan reales que llegan a dar impresión.

Shadow Warrior 3 realmente nos impresionó. Esperábamos que sea algo similar a lo que habían sido las dos entregas anteriores y si bien mantiene esa esencia, lo que regala va muchísimo más allá. Es un juego sumamente entretenido, lleno de acción, de momentos de tensión que no te dan respiro. Por momentos uno se encuentra tenso, con los músculos tensionados, calculando cada disparo, cada salto, contando las municiones y rogando poder recoger energía antes de que nos maten. La única contra que se le puede encontrar es que a lo largo de las horas, quizás llegando a las 10 horas de juego, algunas mecánicas se vuelven un tanto repetitivas, pero por lo demás, si sabemos qué tipo de juego estamos por jugar, es un titulo que vale la pena probar.

FECHA DE LANZAMIENTO 1 de marzo de 2022
DESARROLLADOR Flying Wild Hog
DISTRIBUIDOR Devolver Digital
PLATAFORMAS PlayStation 4, PlayStation 5,

Xbox One, Series X/S y PC

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Preview Ghostwire: Tokyo - una ciudad desolada que se balancea entre la vida y la muerte, llena de niebla, magia y cultura japonesa - Cultura Geek 15 marzo, 2022 - 18:58
[…] frente a un juego que, claramente, está impregnado de mitología japonesa. Hace poco reseñamos el Shadow Warrior 3, que abarca la misma temática, pero desde un ángulo completamente diferente. Mientras que el […]
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