Investigadores y profesionales de la salud en la Universidad de Harvard revelaron la dismorfia de Zoom, una tendencia preocupante en tiempos de pandemia.
Un grupo de profesores y profesionales de salud en la Universidad de Harvard acuñó la “dismorfia de Zoom”. Se trata de una tendencia creciente en tiempos pandémicos que lleva a que las personas quieran cambiar partes de su cuerpo por verse mal en las cámaras de videollamadas (vía Wired).
La dermatóloga y profesora de Harvard, Shadi Kourosh, observó una actitud preocupante en la que las personas solicitaban cambios estéticos en su cuerpo. Pronto, descubrió que profesionales de la cirugía plástica, por ejemplo, habían notado lo mismo. Resulta que, a partir de una encuesta a 7000 personas, las videollamadas diarias a través de Zoom y Teams provocaron estragos en la imagen personal.
De las 7000 personas, un 71% confirmó que tenía ansiedad o estrés por volver a las actividades presenciales, y casi un 64% había buscado apoyo en salud mental. Además, tres de cada diez dijeron que planeaban invertir en su apariencia para volver a la presencialidad, con cambios en el peso y tratamientos en la piel.
Zoom funciona como un espejo de “casa de la risa”
En la era de las videollamadas, las personas se preocuparon excesivamente por la imagen de su cabello, la piel de su rostro, la presencia de papada, el tamaño y forma de su nariz y ojos, e incluso el tono de piel. Buscaron intervenciones cosméticas y operaciones y cuando Kourosh junto a otros investigadores examinaron esta tendencia, llegaron a la conclusión de que se trataba de lo que ellos bautizaron como “dismorfia de Zoom”.
La dismorfia de Zoom tiene un origen pre-pandémico con Snapchat. La “dismorfia de Snapchat” fue una tendencia igual de preocupante en la que muchas personas se sintieron mal con su imagen y buscaron cambios cosméticos. Sin embargo, la diferencia entre el uso de Snapchat con sus filtros y Zoom o Teams con las emisiones en directo es más grande de lo que parece.
El problema con las videollamadas, explica Kourosh, radica en que las cámaras frontales distorsionan las imágenes como un “espejo de la casa de la risa”. Las narices parecen más grandes, los ojos más pequeños, algo que se potencia cuando la persona se acerca demasiado a la lente, o utiliza la cámara de selfie inclinada desde abajo. Además, se genera un impacto cuando las personas se observan con caras demasiado relajadas, de aburrimiento, totalmente distintas a lo que ven cuando se miran al espejo.
“Los cambios en la autopercepción y la ansiedad como resultado de las videoconferencias constantes pueden conducir a procedimientos cosméticos innecesarios. Especialmente en adultos jóvenes que han tenido una mayor exposición a las plataformas en línea, incluidas las videoconferencias, las redes sociales y los filtros a lo largo de la pandemia”, declararon Kourosh y sus colegas.
¿Cómo podemos evitar la dismorfia de Zoom?
La mejor manera de luchar contra la dismorfia de Zoom, según la especialista, es a través de la concientización. “Mucha gente está sufriendo los impactos negativos sobre salud mental en silencio”, declaró. Se trata de “ayudar a la gente a saber que no está sola”.
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