Skynet, apocalipsis robots, máquinas faltas de empatía… existen muchas razones para temerle a los robots y androides, pero la psicología lo explica desde el Uncanny Valley, el “valle inquietante”. ¿Quérés saber qué es? Seguí leyendo.
Isaac Asimov planteaba en sus obras un futuro donde los humanos podrían dedicarse al ocio y las artes debido a que los robots nos reemplazarían en la fuerza de trabajo. Se supone que son el pie para crear un futuro más justo para todos, y que estaríamos a salvo de cualquier error gracias a las tres leyes de la robótica. Sin embargo, este momento aún está lejos, y recién estamos aprendiendo a interactuar con ellos – tarea complicada, ya que algunas personas simplemente se sienten incómodas con ellos.
Esto tiene varias razones: las sonrisas forzadas, los ojos vacíos de expresión, el factor impredecible de las nuevas tecnologías, y la ficción que nos entrenó para temerles, entre otras cosas. Una de las teorías que mejor explica el fenómeno es la de Uncanny Valley, el “valle inquietante“. Esta dibuja una función donde se relaciona el parecido de varios objetos con un humano, y el sentimiento que genera en quien lo ve. La teoría postula que esto nos genera tranquilidad sólo hasta que son demasiado parecidos, y ahí los sentimientos positivos se desvanecen. Sin embargo, si el objeto es efectivamente humano, esta sensación se invierte completamente para permitir relajación y confianza. Esta curva en la función es el “valle inquietante“, una pronunciada bajada que se acentúa aún más cuando un objeto está en movimiento.
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La teoría fue postulada por el especialista en robótica Masahiro Mori en 1970, y se ve validada con el desarrollo de la tecnología de las últimas décadas. El postulado básico es que un robot claramente no-humano nos parece adorable, pero uno que simula demasiado un comportamiento humano sin ser perfecto, es perturbador. Basta con comparar los dos videos de abajo para comprobarlo:
La razón de esto es el miedo a lo desconocido que nuestros antepasados desarrollaron para garantizar su supervivencia. Este vestigio evolutivo es hoy casi una molestia, debido a que nos hace parecer que ciertos comportamientos en una máquina son forzados. La crítica más grande de esta teoría es que la muestra es relativamente pequeña porque aún no desarrollamos suficientes máquinas que emulen a un humano.
El miedo a las máquinas se definió como “tecnofobia”, y se hace más patente a medida que la tecnología progresa. Este no habla concretamente de los robots sino también de otros avances como la realidad virtual, o la inteligencia artificial en general, y varios estudios se ocupan de problemáticas muy reales como el temor a perder el trabajo debido a la automatización. Justamente, son los marginados y minorías quienes más tienden a temer a estos avances, lo cuál es más una reacción e instinto de querer proteger su inseguridad financiera.