Seguimos jugando a Ghostwire: Tokyo y estamos convencidos de que es uno de los juegos más divertidos del año. Lo probamos tanto en PS5 como en PC y en esta review, te contamos más sobre la obra de Shinji Mikami.
Nos adentramos cada vez más en este mundo que propone la gente de Tango Gameworks. Hace algunos días, trajimos la preview del juego, pero esta vez venimos con una reseña más completa, donde ya hemos experimentado mucho más esta aventura en primera persona que sabe absorber detalles de diferentes lugares para crear un entorno único y original en primera persona. Ghostwire: Tokyo, tiene su propia impronta, es ajeno a cualquier comparación y, se nota, está orgulloso de sí mismo, de principio a fin. Lo jugamos tanto en PS5 como en una PC mid/high end y te lo contamos en detalle.
Ghostwire: Tokyo tiene sus referencias. Incluso hasta podríamos decir que está conectado de alguna manera con Resident Evil. Pero vamos a dejar que esas cosas las descubren uds. Porque el juego tiene esa impronta tan japonesa que le sabe regalar alguien como Shinji Mikami que, a muchos, se les hizo ajena. En estos días, varias de las críticas que recibió el juego fueron, a nuestro criterio, justamente por su impronta cultural. Hay un manejo de la idiosincrasia tan particular en la historia, que todo se resume a aceptarlo o no. Nosotros, por si no quedó claro, lo aceptamos de entrada.
Cultura, religión y filosofía.
Y no es que seamos mejores que nadie, que no se malinterprete. Es simplemente que el contexto cultural y propio del entretenimiento que plantea Ghostwire: Tokyo no nos resulta ajeno. Ya lo vimos en algún lugar. El aspecto religioso, los personajes grotescos, el uso de la magia, la impronta de la historia, su jugabilidad. Es de esos juegos donde te encontrás a vos mismo pensando “yo esto ya lo vi en otra parte”, pero no terminas de recordar donde. Porque como dijimos en un principio, Tango Gameworks se encarga de forma majestuosa, de hacer algo completamente original desde sus raíces, que, aun así, se siente conocido. Familiar.
La historia, por parte, como el caos del juego.
Y es que todos los elementos que se mueven al unísono en el juego son los que, interconectados, le terminan dando vida a un todo que te atrapa. Comienza el juego y lo primero que vemos es un accidente de autos. Ahí se nos presenta a un alma en pena que intenta poseer a alguien con vida, y no puede. Rápidamente mira la escena, y se da cuenta que necesita un cuerpo sin vida. Allí se encuentra Akito, nuestro protagonista, que vuelve a la vida gracias a que KK, el espíritu de un investigador, posee su cuerpo.
Mientras Akito asimila toda esta cuestión y aprende a usar sus nuevos poderes mágicos, una niebla se apodera de la ciudad. Esta niebla, espesa y peligrosa como la aquella que describía el propio Stephen King en su novela corta de 1983, hace desaparecer a los seres humanos que alcanza. Con nosotros no va a tener la rápida acción de hacernos desaparecer en el instante, pero si nos va a quitar energía si intentamos meternos en ella.
A la par, también vamos a encontrar una suerte de jefe final, el culpable de todo lo sucedido en aquella ciudad de Tokio que, ahora, está completamente despojada de todo rastro humano. Un personaje vestido de forma cómoda y casual, que porta una máscara Hannya, es quien, al parecer, está detrás de todo este caos y destrucción. Y si bien no sabemos cómo en un principio, está conectado de alguna forma con KK.
Entre la niebla y este personaje, lo que hacen es, básicamente, robar vidas. Y muchas almas quedan perdidas en el camino. Mediante un elemento en particular y un hechizo que parece un exorcismo, vamos a poder ir recolectando las almas en pena (243.000 en total) que quedan perdidas en esta ciudad desolada, para luego transferirlas a otro personaje amigo (amigo de KK en realidad) mediante una cabina telefónica modificada al mejor estilo cyberpunk.
Nuestro objetivo… aunque no esté muy claro al principio…
La aventura comienza cuando Akito y KK se ponen en marcha, el primero buscando a su hermana, y el segundo intentando resolver todo el misterio. Hay muchísimas preguntas que se plantean y que aparentan no tener solución. Y sí, por momentos incluso nosotros, como jugadores y espectadores, nos vamos a preguntar “¿Hacia dónde va todo esto?”. Nos podemos encontrar perdidos, no a nivel geográfico, sino existencial. ¿Para qué hago todo esto? ¿Estoy haciendo lo correcto? Ghostwire: Tokyo juega, de alguna manera, con estas dualidades, pero lo hace sin perder la calma. Siempre es entretenido, y por más que con el paso del tiempo lo que tenemos que hacer es lo mismo una y otra vez, no se vuelve repetitivo ni aburrido. Y eso, señores y señoras, es responsabilidad de un impecable diseño de niveles, misiones secundarias, una variedad de uso de los poderes y una historia poderosa que nos atrapa desde el primer frame hasta el último.
No creemos que todas estás incógnitas, muchas veces existenciales o filosóficas, sean algo negativo dentro del juego. Al menos nosotros no las tomamos así. Son parte del misterio que existe alrededor de toda la propuesta, son parte de su propia existencia y, como tal, tienen un por qué y un para qué. Ese misterio que se crea es el que va a estar latente durante todo el juego como clima principal, porque si bien se podría decir que el título pertenece al genero de terror por muchos elementos que contiene (terror, fantasía, ciencia ficción, incluso), como dijimos en la preview, no porque sea de terror, asusta.
Las mecánicas se mantienen firmes durante todo el juego y es algo que se siente sólido. Los disparos, una vez que encontramos el timing y entendemos que no se pueden utilizar a mansalva, nos obliga a crear algún tipo de patrón de ataque y defensa que se siente necesario. Hay varios tipos de ataques, incluso iremos encontrando nuevas armas (armas reales, como un arco y flecha, no solo la magia en nuestros dedos) que aprenderemos a usar en los momentos necesarios. También vamos a aprender nuevos hechizos y otros trucos dignos de Doctor Strange para poder no solo combatir contra los enemigos, sino también para abrir portales y despojar a la ciudad de esa molestar, y mortal, niebla.
Yokai, Yokai everywhere…
Los enemigos son pintorescos, como mínimo. Son todos sacados del folclore japonés, personajes Yokai que surcan las peores pesadillas. Entre jefes y enemigos regulares, nos vamos a cruzar con una linda cantidad de ellos, siempre entendiendo que son una suerte de demonios que pertenecen a diferentes clases. Pero también nos vamos a cruzar con otros personajes, quizás igual de alarmantes, pero que al final de cuentan terminan siendo aliados, ya que nos van a ayudar, por ejemplo, a alcanzar puntos elevados en el mapa a los que no podríamos acceder de otra forma.
Esto sí que se puso bueno.
Otro punto interesante del que ya hablamos en la preview, y que nos es imposible no volver a mencionar, es la inclusión de diferentes animales en la historia. Por un lado, tenemos a unos gatitos ancestrales que están encargados de llevar adelante las tiendas donde vamos a comprar comida (tanto para nuestra energía como para los perritos de la calle), como otros gatitos que vamos a encontrar en la ciudad, alegres de que ahora sin humanos, ellos van a poder tomar el control. También tenemos a muchos caninos en la calle, algunos perdidos, otros muy asustados, que, con nuestro poder de leer sus pensamientos, vamos a entender qué es lo que necesitan. Generalmente es comida, así que luego de alimentarlos y darle una linda caricia, ellos van a salir mucho más felices de lo que los encontramos.
Pero esto no termina ahí. Hay otros animales en Ghostwire: Tokyo que vamos a encontrar en el camino y que no queremos mencionar porque no salieron en lo que se estuvo mostrando de forma oficial y no queremos arruinar la sorpresa. Pero sí podemos decir que manejan la misma ternura que los perros y los gatos antes mencionados, y nos van a proponer muchas misiones secundarias en diferentes momentos. Lo más gracioso de todo es cuando estos animales se dan cuenta de que los podemos entender (gracias a los poderes especiales de KK) y los diálogos que cruzamos con ellos son entre tiernos y desopilantes. Cerrando este apartado, podemos decir que Shinji Mikami entiende lo que es bueno para aquellos que somos amantes de los animales. Es como lo que ya experimentamos en Ghost of Tsushima, pero amplificado a la enésima potencia.
Por la vista y por los oídos.
El apartado visual y sonoro es increíble. La recreación de la ciudad, las casas, los locales, los edificios, el diseño de niveles, con los cientos de elementos detallados que vamos a encontrar, las texturas, la lluvia que se larga cada tanto en la ciudad, el silencio incomodo por momentos, los sonidos que quedaron pendientes, activos, una vez que la gente se esfumó, le dan vida propia a esta pequeña localidad de Tokio. Y digo pequeña porque se siente así, encerrada entre la niebla, muerta en sus raíces, pero viva desde lo visual. Es una ciudad que se mantiene activa, aunque estemos solos. Y el esfuerzo a nivel técnico y visual es realmente asombroso. Como también ya dijimos, subir hasta lo más alto de los edificios y contemplar el resto de la ciudad no solo es hermoso, sino que habla muchísimo sobre el compromiso de la gente de Tango Gameworks en cada uno de sus apartados.
Ghostwire: Tokyo es uno de los títulos más divertidos que jugamos este año. Porque es de esos juegos que, si te los explican, parecen caóticos, o si la vez mediante algún gameplay, quizás no te des una idea de su potencialidad. Ghostwire: Tokyo es de esos juegos en los que tenés que vivir la experiencia, donde tenés que sentir todo lo que te deja sentir y sufrir todo lo que propone sufrir. Esta aventura de terror te propone realmente ponerte en la piel de su protagonista para que puedas sacar tus propias conclusiones. Para nosotros, es un juego indispensable para cualquier amante de las buenas historias.
FECHA DE LANZAMIENTO | 25 de marzo de 2022 |
DESARROLLADOR | Tango Gameworks |
DISTRIBUIDOR | Bethesda Softworks |
PLATAFORMAS | Microsoft Windows, PlayStation 5 |