Final Fantasy XV se encuentra entre nosotros. Tras años de espera, cambios de nombre y generaciones de consola, el esperado juego de Square Enix ya está aquí y lo podés comprar para tu consola. ¿Valió la pena la espera? Definitivamente sí, y te vamos a contar por qué, ¡en esta nota!
Pasó lo imposible: en este momento, tras años de espera, cambios de nombre, rumores de cancelaciones y más, Final Fantasy XV es una realidad y ya lo podés jugar en tu PlayStation 4 o Xbox One. El juego, que empezó su existencia como una especie de spin-off de Final Fantasy XIII (su nombre previo era Final Fantasy Versus XIII) mutó, cambió y fue alterado hasta convertirse en el que a partir de hoy podés jugar. Finalmente, en este nuevo título de Square Enix, la fantasía hace su regreso y podés vivir las aventuras del príncipe Noctis y sus tres guardaespaldas, Prompto, Ignis, y Gladiolus – que más que guardaespaldas son sus amigos, casi hermanos.
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Final Fantasy XV es un juego de rol japonés como ningún otro. Este toma lugar en un enorme mundo abierto que en apenas el primer par de capítulos queda completamente desbloqueado para que vayas a donde quieras, cuando quieras. El juego arranca cuando los cuatro protagonistas (que para conocer más de ellos deberías ver la serie Brotherhood: Final Fantasy XV y la película Kingsglaive: Final Fantasy XV) salen en un viaje para llevar al príncipe Noctis a su boda con Lady Lunafreya, de un reino vecino. Este matrimonio garantizará la paz y el fin de los conflictos con el Imperio, al formar una poderosa alianza que se le compare en poder. El problema es, ni bien dejan la capital, el Imperio invade, asesina al rey, y da a Noctis y Lunafreya por muertos.
De ahí en más, Noctis y sus compañeros deberán descubrir qué ocurrió en la capital mientras ellos no estaban, reagruparse, volverse más fuertes y contraatacar para defender a su pueblo. Para esto, van a viajar por todo el mundo, conocer personajes, y buscar armas legendarias mientras resuelven un sinnúmero de problemas en el camino. Como el mundo es enorme (pensá Fallout, Witcher, GTA, esa clase de monstruosas dimensiones), tus personajes cuentan con un auto para moverse de lado a lado con el que podés ir a donde quieras.
El auto no puede salir de las rutas, así que no es que te podés mandar estilo GTA a hacer saltos o locuras, o pisar gente. Sin embargo, en cualquier punto del mapa podes frenar, y bajarte para explorar, conocer personas, o pelear. Es un nivel de libertad inusitado para la serie, que vuelve a poner el tono de aventura de los primeros Final Fantasy. El mundo está lleno de locaciones, estaciones de servicio donde podés parar a comer, o pueblos donde te van a pedir favores que van desde literalmente “andá a buscar un tomate para mi ensalada” hasta “eliminá a esta bestia legendaria”.
Sin embargo, hay muchos juegos con esta modalidad, y así como lo describimos, perfectamente podría ser “Skyrim con auto en vez de caballos”. El diferencial de Final Fantasy XV son sus protagonistas. Lejos de ser un game indulgente, donde los personajes alardean constantemente lo cool que son (hola, Final Fantasy XIII), Prompto, Gladioulus, Ignis y Noctis tienen una química impresionante. Mientras jugás y hacés misiones, los personajes reaccionan, hablan, se hacen chistes entre ellos, y se sienten increíblemente genuinos. Este juego es, en su corazón, una historia sobre cuatro amigos que van de un lado al otro, y en el medio tienen aventuras y la pasan bien a pesar de la gravedad de la situación. Esta mecánica de amistad, incluso llega al combate, donde aunque vos sólo controlas a Noctis, podés darle ordenes a tus compañeros para realizar devastadores ataques en equipo que van a marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
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El combate merece un apartado propio. A pesar de ser un tradicional JRPG, Final Fantasy XV no se parece a nada. El juego usa un sistema de acción muy a lo Kingdom Hearts, es personalizable para que puedas jugar como vos quieras. Podés ajustar la dificultad, hacer que el sistema de combate sea más lento para elegir las acciones más cuidadosamente, o incluso hacer visible la barra de stamina para cuidar el movimiento y que la acción sea más intensa y tengas que cuidarte más. El juego no te penaliza ni recompensa por ninguna decisión: es asunto tuyo, y lo que vos elijas está bien.
En default, vos controlás a Noctis y mantenés un botón apretado para atacar, u otro para defender, mientras que el analógico sirve para variar tus combos. Tus compañeros pelearán a tu lado, y se manejan solos, pero como comentábamos antes, cada uno puede ejecutar técnicas junto con el príncipe. La otra gran habilidad de Noct es poder teletransportarse para atacar enemigos voladores, o recorrer distancias y repartir devastadores ataques. Si además se considera que tu personaje puede usar hasta cuatro armas a la vez, cada una con su propio estilo de combate, y que el juego permite detener ataques y devolver estocadas si jugás con precisión, te das cuenta que se trata de un título rico, fácil de jugar, pero que recompensa la genuina habilidad. Salvo algunas diferencias, vas a estar pendiente de la pantalla como si jugaras un juego de acción a lo God of War o Devil May Cry en la espera de aperturas y momentos clave para contrarestar golpes.
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La personalización es extrema, tanto en gameplay como en aspecto. Mientras recorres el mundo, podés escuchar música de distintos juegos de la serie, cambiar los atuendos de tus personajes, o personalizar tu auto, cambiarle las llantas, la pintura, y más. Podés detenerte en estaciones de servicio para comer y aumentar tus atributos temporalmente, hacer que Ignis cocine, sacar Selfies con Prompto, hacer supervivencia con Gladiolus o pescar con Noctis. El mundo está lleno de misiones, muchas relacionadas con estos talentos, y podés elegir cuáles hacer y cuáles no. Este título deja en claro desde el principio cuáles son los objetivos principales, pero no te apura para que hagas nada. Tenés todo el tiempo del mundo para explorar un mapa vasto, que está lleno de marcadores, y mientras más objetivos cumplas, más misiones desbloqueás.
Con todas las buenas cosas que hay para decir, Final Fantasy XV no es perfecto. El juego cambia un poco sus reglas una vez que superás los primeros dos tercios de la historia, y se vuelve más lineal. Esto es porque se acelera a una conclusión que es muy épica (porque, en serio, lo mejor de Final Fantasy XV son sus personajes y su historia), pero el cambio puede confundir un poco a quienes más disfrutaron del mundo abierto del principio. Ojo, si bien podés continuar con los recorridos por el mundo mientras que los personajes suben de nivel mediante menú, es un cambio de estilo que choca un poco. También, por otro lado es un tanto confuso el sistema de magia donde tenés que extraer elementos de la naturaleza y usarlos para crear tus propios hechizos que tampoco son taaaan efectivos, y funcionan más bien como granadas en un típico juego de acción, pero el daño no acompaña.
Final Fantasy XV es un merecido retorno a lo mejor de una franquicia de la que muchos gamers dudaban. A fuerza de genuina creatividad, espíritu de aventura, y entender qué es lo que hacía especial a la franquicia desde el principio, Square Enix supo reinventar a su caballito de batalla. Encantador, intenso, y siempre a la altura de los deseos del jugador son algunos de los conceptos que surgen en apenas las primeras horas de juego, que van a ser muchísimas porque este juego es tan largo como vos quieras que sea. Si la serie va a seguir en esta dirección, se puede decir que esta serie reencontró su rumbo y que el futuro es brillante. Como decía Spinetta, “aunque me fuercen yo nunca voy a decir que todo tiempo por pasado fue mejor, mañana es mejor“.