Después de mucha espera, llega Dying Light 2: Stay Human con algunos cambios interesantes y, manteniendo su esencia, una propuesta diferente. Lo probamos en PC y te contamos todos los detalles en esta review.
Las expectativas que se generan alrededor de la previa de los diferentes grandes títulos es un tema que hay que manejar muy bien. Dying Light 2: Stay Human, con todos sus retrasos y promesas, generó unas expectativas enormes a las que siempre nos gusta poner, mínimamente, en duda. ¿Cuánta iba a ser la diferencia entre un juego y otro? Techland tenía un gran desafío por delante, aunque siempre se mostró, al menos frente al público, más preocupado por cuestiones estéticas y referidas directamente al parkour, que al resto del juego. La espera se hizo larga, pero, finalmente, luego de ese vistazo que pudimos ver en la E3 de 2018, ahora en Cultura Geek pudimos probar este juego tan esperado en su versión de PC.
Lo primero que sentimos es esa misma sensación que cuando pusimos las manos por primera vez en la primera parte. La vista en primera persona, los escenarios enormes, las plagas de zombies, las hordas de no-muertos casi imbatibles, el poder ir casi volando por los techos, trepar a cualquier lugar y que casi ningún obstáculo nos detenga. La sensación está ahí todavía, intacta, pero con un gran diferencial: su historia ahora tiene un poco más de sentido. Los personajes nos importan, podemos generar inmersión en la narrativa. Dejamos de ser un cadete de mensajería como lo éramos en la primera parte, a ser un sobreviviente, un peregrino, un personaje con todas las letras.
La base de la historia se cierne entre encontrar a nuestra hermana perdida y vengarnos (aunque nunca se diga de esta forma, siempre está la sensación en el aire) de un personaje de nuestra infancia, una suerte de mad doctor que experimentó con nosotros mientras el caos explotaba por el mundo. Alrededor de eso, en la búsqueda de nuestro personaje, la historia se comienza a llenar de matices y de misiones secundarias, lo que hace más frondoso al juego. Techland hizo eco mucho de tiempo de las 300 horas que duraba su aventura si la jugabas completa. Y si bien no hicimos todas las misiones secundarias porque llega un momento en que solo querés cobrarte esa tan ansiada y dulce venganza, en poco más de 30 horas completamos la historia principal. Seguramente si nos quedamos recorriendo el mundo abierto y visitando cada rincón y admirando los paisajes y concretando cada pequeño pedido que nos hacen, el juego se puede expandir no solo un poco más, sino que muchísimo más. En ese aspecto, hay juego para rato.
Si hacemos memoria, el primer Dying Light apenas salió no era ni por cerca lo que sabe ser hoy en día. Con el paso del tiempo, no solo obtuvo parches, mejoras, y un sinfín de DLCs que lo hicieron cada vez más rico en contenido y, por ende, en horas de juego. Dying Light 2: Stay Human ya comienza gigante y está claro que también busca expandirse. Solo con leer la noticia que, a los dos días de lanzamiento, publicaron una actualización que venía con más de 1000 parches y arreglos. Eso es una gran señal. El número es abrumador, pero también habla del buen recibimiento que tuvo y del compromiso de sus desarrolladores.
Aiden, nuestro protagonista
La primer gran diferencia que notamos a primera vista también es que el nuevo protagonista, Aiden, no tiene que aprender demasiado. Al parecer el joven que controlamos es un conocido “héroe” de los bajos mundos que supo hacerse de buenos amigos gracias a sus habilidades. Por lo que, apenamos pusimos las manos sobre el mouse y el teclado, las cosas salieron de forma natural. Y genera confianza.
La primera vez que nos vimos en un acantilado, de cara a nuestro objetivo que estaba a más de 1000 metros con un rio inmenso mediante, no dudamos ni un segundo y nos tiramos desde ese acantilado hacia el agua. En el aire miramos hacia abajo, sin miedo, y la intención fue exitosa. Nadamos hacia adelante y llegamos a nuestro objetivo muchísimo más rápido que si hubiéramos dado toda la vuelta como los caminos marcados los proponían. Seguramente nos perdimos suministros, energía y toda la cosa linda, pero nuestra teoría es: mientras menos zombies nos crucemos, mejor. George A. Romero nos ha enseñado un par de cosas con su saga.
Otro de los grandes cambios se centra en el combate. En el título anterior lo principal era estar muy atento a la barra de resistencia, ya que cada cosa que queríamos hacer nos debilitaba y teníamos que hacer uso inteligente no solo de trepar, correr y escapar, sino también a la hora de luchar. En esta segunda parte, la lucha queda mas relegada a la acción, teniéndonos que cubrir en el momento justo, contratacar e incluso utilizar algunos movimientos de parkour para eliminar enemigos. Respecto a esto, es verdad que el parkour se siente mejorado y, por ende, el personaje se siente mucho más hábil, pero también es verdad que por momentos esto genera que se pierda un poco el realismo que se le busca impregnar a la experiencia.
Dia y noche
En Dying Light 2: Stay Human, como en otros títulos de supervivencia, el día y la noche terminando siendo aliados o enemigos. En realidad, depende de cómo juguemos, terminando siendo ambos aliados, al menos en nuestra experiencia. ¿Por qué? El principal enemigo de nuestros queridos zombies y mutaciones son los rayos ultravioletas. De día, salvo algunos rezagados, los mapas al aire libre están completamente ajenos a cualquier peligro, lo que nos va a permitir avanzar todo lo que necesitemos para ir de un punto a otro, y recolectar algunos recursos como miel o flores. Apenas nos adentramos en algún túnel, casa o refugio, nos vamos a topar con los enemigos, agazapados del sol, esperando que caiga la noche para salir a cazar.
Por su parte, en la noche, los mapas al aire libre van a estar atestados de muertos vivientes y sus variantes, por lo que se va a complicar avanzar mucho. En contraparte, todos los edificios, túneles o lugares cerrados que de día se complica explorar, de noche estarán completamente a nuestra merced, por lo general, libres de cualquier amenaza. Por eso, si somos rápidos y utilizamos el sigilo como arma principal, vamos a poder eludir a los caminantes nocturnos y meternos de lleno en estos lugares para seguir coleccionando recursos. Si por la noche preferimos no arriesgarnos, podemos irnos a dormir como en el Minecraft y esperar que se haga de día y radiaciones electromagnéticas emitidas por el sol nos llenen de tranquilidad.
Hay un pequeño giro en todo esto, en la noche, sobre todo. Existe un tipo de enemigo que cuando nos ve comienza a emitir un aullido de alerta, como una alarma supersónica que le avisa al resto de los zombies que hay un humano cerca, una presa que atrapar. Esto genera lo que quizás supone los momentos más adrenalínicos del juego, donde hay que correr a toda prisa, sin mirar atrás, con docenas de enemigos pisándonos los talones. El único objetivo es lograr llegar hasta algún punto que nos regale luz ultravioleta, que derrite a los enemigos como si fuesen manteca al sol. De estos puntos hay varios alrededor de todo el mapa, y los podemos localizar muchas veces con una suerte de sentido arácnido que tiene nuestro personaje.
Esta habilidad que nos gusta llamar sentido arácnido se activa con solo presionar un botón o tecla, depende de cómo lo estés jugando, y dispara como una ola de percepción en todas las direcciones que nos va a marcar todo lo que necesitamos para seguir avanzando: recursos, zombies, y cualquier cosa con la que podamos interactuar. Puede pasar muchas veces que, por la falta de luz, o porque nos encontramos un poco perdidos o simplemente por pereza, no exploramos bien a fondo cada locación en la que estamos, y esta habilidad nos simplifica enormemente la tarea. Solo es necesario disparar dicha habilidad y vamos a ver todo lo que tenemos disponible en un radio bastante amplio, aunque reducido teniendo en cuenta el tamaño del mapa: no piensen que vamos a poder ver un zombie o un panal de abejas con miel a 200km.
Si hay que buscar un equilibrio justo, el juego ganó un poco más de aventura, pero perdió por completo esa dificultad tan impactante que tenía la primera parte. En el modo historia, todo nos lleva siempre a los lugares vacíos, por así decirle. De día, la amenaza es muy baja y a los zombies los podemos esquivar fácilmente. Incluso si avanzamos lo suficiente, podemos desbloquear una habilidad que, justamente, es para poder pasar entre ellos sin que te logren agarrar. Por la noche, la historia nos manda de lleno a los tejados a hacer sigilo o a meternos en edificios para poder dormir y escondernos. Definitivamente, esta segunda parte es mucho más simple que la primera entrega y se nota en varios de sus conceptos.
Recién hicimos mención a esto de desbloquear habilidades. La verdad es que no hay mucho para decir, porque es como en cualquier otro juego. Recolectamos ciertos objetos que se convierten en puntos para poder desbloquear habilidades. El árbol de habilidades, como se lo suele llamar, está dividido en dos: combate y parkour, por simplificarlo de alguna manera. Mientras vamos subiendo de nivel, vamos a poder acceder a nuevas habilidades que le van a dar mejor forma a la sensación de lucha y de avance. Si bien se puede acceder a muchas habilidades nuevas, una vez hayamos aprendido dos o tres y nos hayamos acostumbrado a esas, las iremos usando siempre, salvo cuando se nos obligue a utilizar alguna en especial en ciertos momentos del juego.
Todo el apartado sonoro es digno de destacar, sobre todo las melodías compuestas por Olivier Deriviere (Obscure, Remember Me, Vampyr) que acompañar a la perfección los diferentes momentos del juego. No es simplemente que la música cambia su matiz cuando hay más zombies o menos zombies, o cuando llegamos a un mini boss. La música incide constantemente en lo que hacemos y te genera todo lo necesario para lograr una inmersión correcta. Las persecuciones, sin la música, no serían lo que logran ser, definitivamente.
Visualmente Dying Light 2 es soberbio en lo que hace. Los tiempos de carga, teniendo en cuenta todos los detalles visuales que vemos en pantalla constantemente, son asombrosos. El diseño del mapa, los bosques, las zonas abiertas, los lagos, llegar a las zonas altas y contemplar el paisaje… en este sentido lo que logra la gente de Techland es muy bueno, incluso corriéndolo en maquinas con no tantos recursos, el juego no se siente lento o pesado (todo tiene un límite, obviamente), y se nota que está muy bien balanceado en ese aspecto.
Con un sentido de la dificultad mucho menos prominente que su antecesor, pero no por eso menos entretenido, Dying Light 2: Stay Human se convierte en un desafío simple pero interesante para los ya amantes de la saga, y un gran exponente para aquellos que solo quiere sentirse inmersos en una aventura donde podemos recorrer hermosos paisajes, recolectar cosas por acá y por allá, y sentir la libertad de poder correr y hacer parkour por montañas, pueblos, puentes y cualquier lugar que encontremos en el camino. El juego se siente como una continuación justa, con algo que busca llegar a más público sin perder su esencia. Y si bien pierde el factor sorpresa que tenía el primero por, lógicamente, ser el primero, acá lo saben contrarrestar con una amplitud de factores, misiones y situaciones mucho mejor elaboradas.
Dying Light 2: Stay Human ya está disponible para PC, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series y estará en Switch.
FECHA DE LANZAMIENTO | 3 de febrero de 2022 |
DESARROLLADOR | Techland |
DISTRIBUIDOR | Techland |
PLATAFORMAS | PC, PS4, PS5, Xbox One, Xbox Series X/S, Switch |