Assassin’s Creed Valhalla tuvo su presentación oficial de la mano de Ubisoft y pudimos ver y conocer varios aspectos del juego que vale la pena mencionar.
Sale un nuevo juego de una empresa grande y los haters se aferran al teclado, dispuestos a incendiarlo sin importar cómo será: si ellos no ven lo que esperaban ver, lo van a criticar, cuestionar y desvalorizar el trabajo que tiene encima. Si hay vikingos lo critican porque hay vikingos, si se parece a The Witcher 3, si tira el hecha como Kratos. Todo es comida cuando el hater tiene hambre, y Assassin’s Creed Valhalla parece ser el nuevo plato fuerte, ahora que la moda de matar al TLOU2 ya pasó y el Cyberpunk 2077 todavía no se estrenó.
En 2017, cuando salió Assassin’s Creed Origins, la reconocida franquicia tomó un poco de los juegos de rol y le dio una vuelta de tuerca a su sistema de combate, así cambió la jugabilidad que mostraba en entregas anteriores. Lo que vimos hasta ahora del Assassin’s Creed Valhalla propone esa misma fórmula, un juego que se ve increíblemente bien, con algunos sistemas dinámicos de iluminación y texturas muchísimo mejor trabajadas que en su entrega anterior pero que, de alguna forma, se termina viendo como más de lo mismo.
¿Y decir “más de lo mismo” es algo malo? No, lejos estamos de ser peyorativos. Más de lo mismo incluye todo lo bueno que tuvieron las entregas anteriores, además del crecimiento, en base a la experiencia, que Ubisoft adquiere título tras título. Assassin’s Creed Valhalla nos mete en la piel de un/a vikingo/a llamado/a Eivor, que como se aprecia, puede jugarse como hombre o como mujer. El objetivo principal a gran escala del juego es hacer crecer a nuestro clan vikingo y ganar más poder sobre las tierras. Nos ubica en el siglo IX, durante la Era Vikinga, y nos permite explorar Noruega e Inglaterra.
La historia trata sobre un hombre llamado Oswald, futuro rey que esperaba unir a una nación separada por el derramamiento de sangre, pero que se presume está muerto. El futuro rey fue llevado cautivo por el clan Rued, un ejército danés que se volvió desertor. Al encontrarlos, descubrís que Oswald está vivo y que su rescate depende de vos. Obviamente, la búsqueda para encontrarlo y rescatarlo de forma segura del enemigo viene con desafíos, peligros y muchas peleas cuerpo a cuerpo, violentas como la época lo amerita.
Algo que nos pareció interesante es que, si bien se sentía apetitoso entrar como Rambo en los juegos anteriores y estar solos contra el mundo, en Assassin’s Creed Valhalla nos mandaremos a la pelea con varios guerreros a nuestro lado, lo que supondrá una desmedida batalla a nuestro alrededor. Mientras nosotros nos concentramos en un enemigo, el resto de los guerreros aliados se encargarán de los otros, lo que nos va a regalar momentos mucho más épicos desde lo visual y desde lo estructural de la batalla.
Visualmente el juego es mágico. Lo que lograron los artistas de Ubisoft es hermoso. Vemos un mundo lleno de árboles coloridos, gracias a paletas de colores siempre a tono con la épica de la narrativa. Las ruinas de las aldeas y los castillos, los bosques frondosos llenos de sombras, producto de árboles de antaño y ríos que entrecruzan pueblos dispersos entre llanuras de ensueño. Los diseños de personajes, las cinemáticas, todo lo que vemos nos hacer sentir una inmersión total en la historia y, por sobre todo, en la mítica de ese momento histórico, cuando los vikingos azotaron esta tierra.
El resto del juego, sin mencionar el avance tecnológico y cuestiones estéticas, parece ser un fiel sucesor de lo que nos ofrecía la saga. Si te gustaron las dos últimas entregas, estamos seguros de que Assassin’s Creed Valhalla también te va a gustar. No solo porque, como dijimos en algún momento, “es más de lo mismo” en una manera positiva de verlo, sino porque los agregados que pudimos apreciar se ven geniales. ¿Quién no quiere estar en la piel de un vikingo en plena batalla? ¿Se parece a The Witcher 3? ¿Al Red Dead Redemption 2? ¿Al God of War 4? Si nosotros fuésemos el juego les diríamos: “¡gracias por los halagos!”.