Un nuevo informe responde la gran pregunta de los videojuegos: ¿hace bien o hace mal jugar videojuegos?

Al contrario de lo que muchos creen, pasar mucho tiempo jugando videojuegos no estaría perjudicando el estado mental de un adulto. Es más, según un estudio, no habría relación entre el tiempo de juego y nuestro bienestar. Lee más ¡acá!

A media que los videojuegos se volvieron más populares y empezaron a formar parte de la vida cotidiana de las personas (y de muchas horas de sus días), varios comenzaron a preocuparse por el impacto que éstos podrían tener en la vida de los jugadores y en su bienestar. A pesar de que estas preocupaciones llegaron a la OMS, que incluyeron el “trastorno del juego” en su Clasificación Internacional de Enfermedades en 2018, y que la pandemia de COVID-19 y la cuarentena las empeoraron, un estudio reciente remarcó que el tiempo que pasamos jugando no afecta a nuestro bienestar.

Si bien algunos estudios señalan que el juego excesivo podría estar relacionado con problemas como la ansiedad y la depresión, hay otros que apuntan que jugar puede ser beneficiosos para afrontar el estrés, por ejemplo. Sin embargo, una investigación reciente estudió la relación entre el tiempo de juego y el bienestar de los jugadores adultos llegó a la conclusión de que no existe un impacto general significativo, ni positivo ni negativo. Este estudio fue publicado en la revista Technology Mind and Behavior y fue escrito por Nick Ballou, Craig JR Sewall, Jack Ratcliffe, David Zendle, Laurissa Tokarchuk y Sebastian Deterding.

Los investigadores analizaron este tema utilizando datos objetivos sobre el tiempo de juego que obtuvieron directamente de los dispositivos de juego. “Juego videojuegos y los he experimentado como dañinos y como apoyo para mi bienestar en diferentes momentos de mi vida, dependiendo de cómo juego. En este estudio, esperaba dejar de lado la idea de que el tiempo es un factor importante en cómo el juego afecta la salud mental del jugador, e impulsar el campo hacia evaluaciones más matizadas de cómo la calidad del juego impacta el bienestar”, dijo Nick Ballou, investigador postdoctoral en el Oxford Internet Institute.

Ahora bien, ¿cómo hicieron este estudio? Según describieron, los investigadores registraron el tiempo de juego de las personas en varios videojuegos en la plataforma Xbox. Para esto hicieron un estudio de panel de 12 semanas en el que participaron 414 jugadores adultos de Estados Unidos y el Reino Unido. Los participantes fueron reclutados a través de anuncios pagados en Reddit, redes sociales y cuestionarios de detección de Prolific. Para ser elegibles, tenían que tener al menos 18 años, jugar videojuegos principalmente en Xbox y al menos una hora por semana en la plataforma.

Para hacer un seguimiento de cada uno, los participantes debían completar encuestas en seis intervalos quincenales. Estas encuestas incluían medidas de su bienestar, y dar acceso a sus datos de juego agregando cuentas de los investigadores como amigos en Xbox. De esta manera registraban el estado en línea de los jugadores.

Las encuestas principalmente median tres aspectos del bienestar del jugador. El primer aspecto era el afecto positivo, es decir qué tan felices se sentían en ese momento. El segundo, síntomas depresivos, es decir los sentimientos de tristeza durante la semana pasada. Y por último, el bienestar mental general, es decir, salud psicológica general durante las últimas dos semanas.

Después de tres meses, los investigadores llegaron a la conclusión: “las relaciones prospectivas dentro de una persona entre el tiempo de juego y el bienestar, o viceversa, no eran prácticamente significativas. Incluso las asociaciones más grandes tenían pocas probabilidades de registrar un impacto perceptible en el bienestar de un jugador”.

“Estos resultados respaldan el creciente conjunto de evidencia de que el tiempo de juego no es el factor principal en la relación entre los juegos y la salud mental para la mayoría de los jugadores y que la investigación debería centrarse en el contexto y la calidad del juego”, dice el estudio.

Según describieron: “la persona promedio de la muestra jugó más de 2 horas al día, y muchas jugaron en promedio más de 5 horas al día durante los 3 meses que duró el estudio”. Sin embargo, “ni siquiera los jugadores más comprometidos mostraron signos de deterioro del bienestar”, dijo Ballou.

Si bien estos resultados pueden sorprender a muchos, hay que tener en cuenta ciertas limitaciones que tuvo el estudio, como el enfoque en un grupo demográfico específico. Esta investigación podría haber resultado diferente si se hacía seguimiento de jugadores más jóvenes, de otras regiones o incluso aquellos que usan diferentes plataformas de juego.

Nuestra muestra incluye sólo personas mayores de 18 años, y la edad promedio fue de 32″, señaló Ballou. Por otro lado, dijo: “Los niños y adolescentes tienen demandas diferentes de su tiempo, y es más probable que los juegos intensos desplacen actividades importantes que para los adultos que pueden organizar su agenda para adaptarse a los juegos intensos”.

Para cerrar, los investigadores agregan que, al ignorar el contenido, el contexto y las características específicas del jugador, el estudio solo puede señalar que las horas de juego no tienen un impacto significativo, positivo o negativo, en el bienestar de la persona.

La mayoría de los impactos en el bienestar surgen de la interacción de circunstancias específicas del jugador, el contenido y el contexto. Analizar estos impactos implicará rastrear descriptivamente y especificar teóricamente escalas y dinámicas temporales con mucho más cuidado. En otras palabras: para comprender cómo nos afectan los videojuegos, deberíamos prestar más atención al tiempo, pero no al tiempo de juego”, finaliza el estudio.

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