Los streamers, jugadores de todo el mundo, dedican horas maratónicas a transmitir contenido de sus videojuegos preferidos. ¿Es rentable o malo para la salud? Enterate en esta nota.
Vivimos en la inmediatez. El contenido se encuentra al alcance de un click. Estamos ante el auge de los Youtubers, Booktubers, Instagramers y ahora también, los Streamers. Twitch es la plataforma favorita, en la que personas de todo el mundo transmiten en vivo el contenido durante horas, casi como si se tratara de una jornada laboral.
Lejos de demonizar o realzar la figura de los streamers, es relevante mencionar algunos casos que llaman la atención, ya sea porque ganan sumas exorbitantes de dinero o sufren una extrema presión por cumplir las demandas de sus seguidores. ¿Posiblemente ambas?
Tyler Blevins, conocido como Ninja, sea probablemente el más reconocido de los streamers, el ídolo del momento. Comenzó trabajando para una cadena de comida rápida, mientras mantenía sus estudios y comenzaba a descubrir que jugar Halo y recientemente, Fortnite, le llenarían los bolsillos de plata. La cifra que trascendió oscila entre los 350 a 500 mil dólares por mes. Él explica que sus ingresos vienen de una multiplicidad de fuentes como suscripciones de Amazon y Twitch prime, los 500 millones de suscriptores en Youtube y 1 millón en Instagram. Sin embargo, dice que “no se puede asegurar el futuro jugando a los videojuegos”.
Tyler '@Ninja' Blevins says he makes $500,000 a month playing video games. pic.twitter.com/jk9fvOiNZV
— CNBC (@CNBC) March 19, 2018
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Peluca, anteojos de sol y un bigote caracterizan a Guy Beahm, más conocido como Dr.DisRespect. Aunque no es de los streamers más competitivos, definitivamente se ganó un lugar como entretenedor. Comenzó compartiendo contenido en Youtube hasta que pasó a trabajar en las redes sociales de Sledgehammer games, una subsidiaria de Activision responsable de Call Of Duty: Advanced Warfare para el cual Beahm ayudó a diseñar algunos de los mapas multiplayer. En 2015 renuncia y comienza a stremear a tiempo completo.
El mercado publicitario sigue de cerca a estos jugadores que comparten contenido para miles de personas. En el caso del Doc, lo patrocinan marcas como GFuel, Turtle Beach, Republic Of Gamers, Razer, y Need For Seat.
LIRIK, de nombre Saqib Zahid, parece tener todo calculado. Transmite por Twitch 6 días a la semana, 7 horas cada día. Con más de dos millones de seguidores, el estadounidense ganó público con un estilo propio. Acerca de las recomendaciones para alguien que quiera dedicarse al streaming profesional, comentó: “Cualquiera puede transmitir, necesitas estar en el lugar correcto y en el momento adecuado para hacerlo. El fracaso siempre estará ahí y no es necesariamente debido a ti, es porque el entorno es muy esporádico y competitivo” comentó en una entrevista.
Discord, la aplicación de voz, sponsorea a Zahid. En 2017 generó ingresos por 200 mil dólares con sus transmisiones. En junio del 2018 anunció que se retiraba por un tiempo debido al estrés, o como dicen “Burnt out”. Retornó a la semana siguiente. Pero obviamente estos casos son de extremo éxito, ya que en el mundo del streaming hay miles de grises.
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¿Qué pasa cuando el entretenimiento se transforma en obsesión?
Los excesos en cualquier ámbito de la vida tienen resultados negativos y posiblemente riesgosos para la salud. Hay un caso particular y extremo, el de Brian Vigneault, que dejó un triste precedente en el mundo streamer al conocerse que murió luego de una maratón de casi 24 hs. Se supo que mientras jugaba a World of Tanks, decidió hacer una pausa para salir a fumar y lo cierto es que nunca regresó. No hay información sobre la causa de muerte, pero se cree que la falta de sueño fue determinante. Allegados comentaron que lo veían muy cansado durante las transmisiones y que el joven no podía establecer un límite a la cantidad de horas que dedicaba frente a la pantalla. Este episodio fue la puerta a que muchos otros streamers contaran sus experiencias y relataran las presiones que viven y las exigencias por parte de sus seguidores. En Taiwán y Corea del Sur se conocieron casos similares al de Brian Vigneault, que pusieron en alerta la cultura del streaming.
Si bien su exceso de horas frente a la pantalla fue uno de los detonantes, es imposible juzgar al streaming por su resultado fatal, dado que el estilo de vida y la alimentación son más importantes que solamente “stremear”. Expertos, streamers y hasta medios de comunicación creen que si esto se lo toma como un trabajo, con un orden de transmisiones con contenido relativamente ordenado, puede llegar a ser rentable si la fortuna de la viralidad acompaña.
Suscripciones, marcas y publicidades están detrás de estos fenómenos que mueven miles de personas. En un mercado creciente, se llegó a crear en España la primer “escuela profesional” para gamers. Prometen convertirte en un gamer profesional y formarte como comentarista de e-sports.
Por Ignacio Carabelli para CulturaGeek