Por fin llegó el primer episodio de The Last of Us, serie basada en el querido videojuego de Naughty Dog. Desde cero, el programa trata de poner sobre la mesa lo peligrosa que puede una infección micótica y lo difícil que sería encontrar una cura. ¿Qué tan real es esto?
Finalmente llegó el domingo de estreno de The Last of Us a HBO y HBO Max. El primer episodio de la serie basada en el videojuego de Naughty Dog ya está disponible y las críticas cobran sentido. Si ya conocían la historia por el juego, seguramente notaron muchísimos paralelos y referencias en el capítulo. Pero si te estás metiendo en este universo post-apocalíptico por primera vez, probablemente se dieron cuenta que la conversación que tienen los doctores epidemiólogos al principio toma mucho más sentido pasados los 30 primeros minutos.
A diferencia de otras series post-apocalípticas, como The Walking Dead o Resident Evil, The Last of Us no se centra en zombies y en los contagios donde un personaje muere y después vuelve a la vida como zombies. El enfoque está en las infecciones micóticas, donde el hongo se apodera de los cerebros de las personas y se esparce por el cuerpo. Todo esto mientras el humano sigue vivo. Esto lo explica bastante claro el doctor epidemiólogo Neuman (interpretado por John Hannah) al principio del primer episodio.
El doctor Neuman aclara que la idea de una pandemia viral o bacteriana no lo desvela, sino que realmente lo que le preocupa son los hongos. “Los virus pueden enfermar, pero los hongos pueden alterar la mente. Hay un hongo que infecta insectos. Invade a una hormiga, por ejemplo. Viaja por su sistema circulatorio hasta su cerebro, lo llena de alucinógenos y así lo controla a su antojo. Altera la conducta de la hormiga y le dice adónde ir, qué hacer, la maneja como un titiritero. Y luego es peor. El hongo necesita alimento, así que comienza a devorar a su huésped desde adentro. Sustituye su carne por la propia. Pero no deja que su víctima muera, sino que impide la descomposición para mantener vivo a su títere”, explica en el episodio.
Si bien el otro doctor presente asegura que esa infección fúngica existe, pero no en humanos, ya que necesita que la temperatura interna del huésped supere los 34°C, Neuman se pregunta qué pasaría si eso cambiara. “¿Y si, por ejemplo, el mundo se volviera apenas más cálido? Esa sería una razón para adaptarse. Con mutar un solo gen, el hongo ascomiceto, cándida, ergot, Cordyceps, aspergillus, cualquiera sería capaz de esconderse en nuestro cerebro y controlarnos de a miles de millones. Miles de millones de títeres con mentes envenenadas, permanentemente obsesionados por un único objetivo: infectar hasta al último ser humano vivo. Y no hay tratamiento para eso. No hay vacuna, no hay cura. No existen. Es imposible crearlas. Y si eso pasa perdemos”.
Después de toda esta introducción al tema (y 35 años después), la serie nos lleva a la vida de Joel (Pedro Pascal) y su hija Sarah (Nico Parker) y nos muestra pequeñas señales de que algo raro ya está pasando en las calles. Disturbios en distintas partes del mundo, toses, temblores de mano, policías, bomberos y aviones yendo y viniendo, actitudes raras de los animales con sus dueños, etc.
Todo esto nos da a entender que el calentamiento global ya hizo su trabajo, el hongo ya mutó y viajó por todo el mundo para infectar a las personas. En cuestión de horas, la situación de desborda y los disturbios, contagios y muertes están en todos lados. Una vez que matan a Sarah de un tiro, la serie avanza 20 años y nos muestra cómo la civilización moderna fue destruida y cómo es la vida de Joel en una zona de cuarentena bastante opresiva.
Ahora bien, en esos 20 años al parecer no hubo ningún proceso contra la amenaza fúngica. Según Vulture, el Dr. Ilan Schwartz (un instructor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke que se especializa en huéspedes inmunocomprometidos e infecciones fúngicas invasivas) explica que esa falta de respuesta a la infección se debe a las similitudes entre los hongos y los humanos como eucariotas u organismos con células nucleadas.
“Tenemos el problema de que nuestro adversario está estrechamente relacionado, y eso significa que la maquinaria celular es la misma que la nuestra. Hay muchos menos objetivos con los que trabajar los antifúngicos para causar daño selectivo a las células fúngicas sin dañar a las células humanas”, explicó Schwartz.
Entonces, ¿qué tan real es la situación que vemos en The Last of Us? ¿Podría pasar algo similar en algún futuro? Primero que nada tengamos en cuenta que a la hora de crear el juego, Neil Druckmann se inspiró en parte de un segmento del Planet Earth de 2008 sobre cómo el parásito fúngico Ophiocordyceps unilateralis se apodera del cuerpo de una hormiga bala y luego crece fuera de su cabeza para propagarse aún más.
En el videojuego de The Last of Us, la infección por Cordyceps se propaga parcialmente a través de esporas que viajan por el aire, lo que requiere que los personajes no infectados usen máscaras o barbijos. Sin embargo, en la serie eso no es tan así, ya que nos dan a entender que se contagia por mordeduras de una persona infectada.
Según el Dr. Schwartz, los hongos que se propagan a través de las mordeduras son frecuentes en la naturaleza. Un hongo dimórfico que puede existir como moho y levadura, el Sporothrix brasiliensis por ejemplo, se puede inhalar como esporas de materia vegetal contaminada o propagarse a través de arañazos y mordeduras de gatos. Esta infección es cada vez más frecuente en Brasil. Por suerte, el Cordyceps no puede infectar a los humanos, aunque las esporas de otros hongos que viven en el suelo y en excrementos de animales sí.
Ahora vayamos al tema del calentamiento global y como esto puede afectar a los hongos. Si bien menos de 500 especies de hongos (aprox) crecen en los mamíferos (ya que no soportan la temperatura que consideramos normal), alrededor de una docena de hongos matan a casi 1.5 millones de personas al año. Al parecer, el cambio climático puede ser una de las razones de que estos números crezcan.
El Dr. Schwartz, aunque no es un experto en Cordyceps, señaló que no es “descabellado” el argumento de The Last of Us sobre que el calentamiento global provocara un aumento en la tolerancia térmica de un hongo. “No fue probado. Es una hipótesis, y está ocurriendo a una escala bastante lenta, pero es posible”.
Tanto en el videojuego y la serie de The Last of Us como en la realidad, los hongos pueden transmitirse a través de los alimentos. En la Edad Media, la enfermedad del fuego de San Antonio mató a decenas de miles de personas y fue causada por el centeno infectado con el hongo Claviceps purpurea. Otro ejemplo fue el envenenamiento por ergotismo por pan de centeno en Manchester en 1928 y en una ciudad francesa en 1951.
Si bien Schwartz aseguró que todavía hay mucho que no entendemos sobre la conexión entre los hongos y las infecciones que causan, el doctor también dijo que “presuntamente muchas personas experimentan la exposición, pero solo muy pocas desarrollan la enfermedad”. Además de esto, algo que nos da más tranquilidad es que Schwartz cree que no debamos preocuparnos. “Hay muchas preocupaciones serias en el mundo, pero esta no es una de ellas”, explicó.
Así que disfrutemos de los episodios de The Last of Us que llegan a HBO y HBO Max los domingos y (por ahora) no nos preocupemos de más.