From Software regresa con Sekiro: Shadows Die Twice, su juego ambientado en el Japón de la era Sengoku y es todo lo que queríamos y más. Conocé los detalles de este título que no se parece a nada, ¡a continuación!
From Software, el legendario estudio detrás de Bloodborne, Dark Souls y Demon’s Souls entre varios otros clásicos modernos, regresa con un nuevo as bajo la manga. Se trata de Sekiro: Shadows Die Twice, un juego de acción en tercera persona que flirtea con el género que ellos crearon para reinventarlo con montones de mecánicas nuevas. El juego lanza hoy para PlayStation 4, Xbox One y PC, y en Cultura Geek lo jugamos duro y parejo para contarte todo lo que tenés que saber.
La trama del juego cuenta la historia del Lobo de un Solo Brazo, Sekiro, quien trabaja al cuidado de un joven príncipe. Cuando su palacio es atacado, este es incapaz de defenderlo, y tras sobrevivir a duras penas, deberá hacer lo imposible para salvar al chico. Al igual que los juegos de la saga Soulslike, es una historia que se infiere más de lo que se la narra, y se la debe buscar en los detalles – a pesar de que tiene muchísimo más diálogo y cinemáticas que Dark Souls, por ejemplo.
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A medida que jugamos, podremos avanzar por diferentes niveles mientras nos enfrentamos a todo tipo de enemigos, bosses y minibosses, usamos puntos de checkpoint para viajes rápidos y fortalecernos, y navegamos el ambiente mientras hablamos con personajes de todo tipo. Esto te puede recordar a algo, ¿no? No vamos a bailar en torno a la pregunta que todos tuvimos al ver el juego por primera vez: ¿se parece Sekiro a Dark Souls y Bloodborne? La respuesta es sí y no, y responderla requiere ahondar en lo que hace especial a este juego – las mecánicas.
SUS MECÁNICAS
Sekiro a simple vista sí se parece a Dark Souls, pero ahí donde el juego medieval era bruto y requería pegar hasta que los enemigos caigan, este otro requiere controlar mejor el tiempo de los ataques, y jugar sin alterarse. Seguro, en Dark Souls podés hacer el parry con buen juego, pero Sekiro lleva este concepto mucho más allá.
En primer lugar, no hay barra de stamina/cansancio, sino una barra de “postura” que indica cuántos golpes podemos detener antes de cansarnos. Cada uno de los enemigos cuenta a su vez con esta misma barra, y la clave es hacer que se rompa para poder hacer finishers, detener el combate con una animación donde ejecutamos al oponente. La vida del oponente no es tan importante como cuánto queda de su barra de postura antes de que podamos liquidarlo.
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Si jugás Sekiro con la misma mentalidad que jugaste Dark Souls y Bloodborne, la vas a pasar muy mal. Dar golpes hasta que el enemigo caiga no solo no es efectivo, sino que al no romper su barra de postura, ellos van a poder contraatacar cuando estés en el medio de un golpe y llenarte de tajos. En vez de ello, tenés que bloquear en el momento justo, a veces con muchos golpes consecutivos, y cansarlos. En el medio podés meter espadazos, y abrumarlos, que es útil en combates uno a uno pero no en grupos.
La trampa es que eventualmente también habrán ataques inbloqueables que debés esquivar ya sea con un salto, o usando círculo para pararte al costado. Incluso a medida que juegues vas a poder aprender habilidades nuevas como pararte sobre la espada o lanza del oponente al tocar círculo en el momento justo y contraatacar, por ejemplo, que visualmente es increíble y te hará sentir un maestro de la hoja.
PROGRESO DE PERSONAJE
Otra diferencia fundamental con Dark Souls y Bloodborne es que el sistema de subir de nivel está muy simplificado. En vez de obtener “almas” o cosas así, al derrotar a algunos enemigos estos dejarán items que podés combinar para mejorar una de dos cosas – o tu ataque, o tu barra de postura y vida. En Sekiro hay una sola arma principal, la katana, y controlarla tiene que ser tu segunda naturaleza.
Lo que le da variedad al combate es que nuestro shinobi cuenta con un brazo prostético a lo Berserk desde donde puede realizar todo tipo de ataques secundarios como pelar una lanza, disparar shurikens, o la mejor de todas – lanzar un gancho que permite que por primera vez en la historia de la saga Souls podamos navegar niveles verticalmente, colgarte de arboles detrás de precipicios, trepar a techos y tender emboscadas.
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SIGILO
Lo de tender emboscadas tiene que ver con la otra enorme diferencia con Bloodborne y Dark Souls. Como digno sucesor espiritual de Tenchu, el componente de sigilo está presente y es fundamental en algunas arenas, en especial si tu nivel es bajo. Del mismo modo, podés usar el pasto alto para moverte en silencio, y los enemigos mostrarán una barra de alerta que se pone amarilla, si te están buscando, o roja si te vieron.
Al caminar agachado y en silencio o saltar sobre un oponente marcado desde el aire podés ejecutar enemigos sin tener que abrumarlos primero, y esto incluso funciona con algunos bosses y enemigos poderosos – aunque en la mayoría de los casos, estos requieren un mínimo de dos ejecuciones de todos modos. Esta es una herramienta valiosísima sobre todo en escenarios donde hay más enemigos de lo que cualquier jugador no experto estaría cómodo en enfrentar a la vez.
DIFICIL COMO HERENCIA
En Sekiro: Shadows Die Twice la dificultad es altísima, y bloquear bien es dificil. Mientras jugas vas a morir incontables veces, pero ahí entra la mecánica a la que el título hace ilusión. Nuestra conexión con el príncipe nos permite revivir una vez en plena batalla con la mitad de la barra de vida cargada, sin gastar consumibles ni nada – de ahí que el título en inglés sea “las sombras mueren dos veces“. Para poder revivir necesitamos llenar una barra que se carga al matar enemigos con ejecuciones, y es muy útil para retirarse, reagruparse, curarnos y contraatacar.
Si morimos la tercera vez (o no elegimos revivir) la consecuencia será volver a arrancar desde el último checkpoint, perder una fracción ínfima de nuestra experiencia, y la mitad de nuestro dinero que usamos para comprar items o adquirir mejoras – mucho menos severo que Dark Souls, aunque vas a morir más seguido. Justamente, hablando de la experiencia, esta se llena en barras que podemos consumir para desbloquear nuevos movimientos y habilidades, y una vez que llenas una no la vas a perder hasta consumirla, no importa cuántas veces mueras.
VISUALMENTE ESPECTACULAR
Hablamos mucho de jugabilidad, pero todavía nos quedan elogios. Un aspecto a destacar de Sekiro: Shadows Die Twice es el espectacular aparatado gráfico. Los escenarios son vastos, realistas, y evocan el Japón antiguo a la perfección hasta en el tamaño de los enormes edificios o pequeñas casas, y el sonido simplemente te sumerge en el ambiente con pistas para el combate o para crear una espectacular atmósfera.
A esto se suma que, si bien en principio controlamos un shinobi enfrentando guerreros, soldados y samurai, eventualmente la cosa se pone más sobrenatural y comienzan a aparecer terribles monstruos del folkore japonés, guerreros acorazados, oni, y todo tipo de bestias cada una con un diseño único y memorable, y una estrategia diferente para enfrentarlas en combate.
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Sekiro: Shadows Die Twice es un hito para From Software, quien tras refinar la saga Souls a la perfección logró remixarla con algo temáticamente único que se siente nuevo y familiar a la vez. Con un apartado gráfico increíble y un nivel de ultraviolencia y sangre que empalagaría hasta a un vampiro, pero con un apartado jugable que requiere calma, precisión y realmente evoca la disciplina de una espada, este es un juego que es perfecto en cada arista.
Esto no significa que es un título para todo el mundo, dado que por ejemplo la dificultad es brutal, la historia queda en segundo plano, y si no sos fan de este tipo de juegos navegar los ambientes se te puede hacer obtuso y confuso. Sin embargo, si ya tenés experiencia en esto, sabés de qué se trata y no podés esperar para que From Software te de más, este juego cumple con todo y va más allá porque Hidetaka Miyazaki y sus amigos nos aman.
Ficha técnica
FECHA DE LANZAMIENTO | 22 de marzo de 2019 |
DESARROLLADOR | From Software |
DISTRIBUIDOR | Activision |
PLATAFORMAS | PlayStation 4- Xbox One – PC |