Dark Souls III se acaba de lanzar y trae su opresiva atmósfera, intenso combate y excelente arte a todas las plataformas modernas y PC. Conocé todo acerca de esta nueva entrega, ¡en esta review!
El nuevo Dark Souls III ya está entre nosotros, y es la primera vez que el universo Dark Souls llega a las consolas de la “nueva generación” si tener que ajustarse a las limitaciones de la PS3 y Xbox 360. Por eso, este game fue lanzado con un doble objetivo: uno, demostrar que la saga es todavía relevante y tiene cosas por explorar, y dos, crear una experiencia accesible para usuarios que nunca antes han tocado un juego de la serie o que se vieron intimidados por la legendaria dificultad de estos games. Por suerte, parece que lo han logrado, y encima sin tener que cambiar su esencia.
Ya podés jugar en PS4, Xbox One y PC vía Steam. El juego es, por un lado, el mejor punto de entrada a la serie para jugadores nuevos, pero también una especie de grandes éxitos con todos los mejores momentos de los games de From Software.
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Al decir que Dark Souls III es un compilado de “grandes éxitos” no nos referimos sólo a la saga Dark Souls, sino también a los otros trabajos que From Software ha hecho en el último par de años, y así es como en el juego vas a reconocer momentos de Demon Souls e incluso Bloodborne – desde arte a personajes e incluso mecánicas. Por ejemplo, Dark Souls III empieza con tu personaje saliendo de abajo de una tumba – lo cuál es una metáfora de lo que vas a hacer durante todo el juego – y te van a hacer recorrer una mini-área tutorial, y enfrentarte a tu primer boss antes de llegar al área central de donde vas a poder avanzar a cada uno de los niveles. En esta área tenés un herrero que los fans de Dark Souls van a reconocer, y una firekeeper muy a lo Maiden in Black con la que debés hablar para subir de nivel – esta área se llama Firelink Shrine pero es muy, muy parecida en función y estética al Nexus de Demon Souls – y esto son apenas los primeros 20 minutos del juego.
El foco de todo juego “Souls” es el combate, y en Dark Souls III está más refinado que nunca. Hay que tener en cuenta que estos juegos no quieren competir con Devil May Cry o con God of War – su combate no es grande y un show de luces, sino intimista y brutal, donde la clave para sobrevivir es agarrar a los enemigos uno por uno, y el jugador debe comprometerse con cada botón que toque, pues las animaciones son largas, lentas, y hacer las cosas mal implica morir y repetir esa parte del juego.
En esta nueva entrega se preserva este aspecto brutal donde cada enemigo es letal, pero también el sistema está mejorado y se siente que el jugador tiene más control. Es más fácil atacar desde el aire, ejecutar bloqueos, apuñalar por la espalda y todo ese tipo de movimientos que en entregas anteriores nunca entendías por qué no te salían cuando más los necesitabas. Quizás sea cosumbre después de tantos juegos, pero Dark Souls III lleva al límite la premisa de que si perdés o jugás mal es por culpa tuya y no porque el juego no haya dejado en claro sus reglas.
Algo que va a sorprender a quienes hayan jugado games anteriores de la serie es que cada zona que recorres es bastante amplia y no hay muchos pasillos y corredores que te quiten espacio para pelear. No obstante lo cuál está bastante mejor indicado que en otros juegos a donde se puede ir y a donde no. Si bien al principio puede parecer que es un toque más lineal y que no te dan tanta libertad inmediata como en entregas anteriores, lo cierto es que Dark Souls III está mejor organizado a la hora de distribuir cómo entregar su contenido a los jugadores, pero vas a tardar más en desbloquearlo. El tema es que como desde el principio podés viajar de hoguera a hoguera, y casi todas te permiten teletransportarte a todos los puntos del game, es más fácil plantearte metas a corto plazo que te mantengan motivado (“bueno, subo dos niveles, cruzo esta zona y corto”).
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Lo que se merece un completo punto aparte es el apartado artístico de este game. Cada tanto vas a encontrar lugares donde vas a ver un mundo gigante a la distancia con imponentes torres o espectaculares paisajes que te van a dejar con la boca abierta, por más que esto suene como un cliché. Los escenarios, la iluminación, los colores – Dark Souls III se ve increíble, especialmente en PC, pero también en las consolas.
El editor de personajes sigue dejando un tanto que desear, pero con el genial diseño de armaduras y trajes queda bastante paleado. Otra tradición que se mantiene es que a lo largo del juego no hay música sino sonidos de ambiente, gruñidos de los enemigos, y gritos de dolor cuando te atacan, pero al momento que los bosses aparecen comienzan a sonar espectaculares arreglos de orquesta de épicas melodías que completan escenas increíbles – bien a lo Shadow of the Colossus, y considerando el tamaño que tienen algunos de los bosses, la comparación es doblemente apropiada.
En Dark Souls III vas a recordar por qué alguna vez te interesó esta saga, ver un montón de caras y locaciones familiares, y volver a sentir que hay un mundo gigante desenvolviéndose al frente tuyo al que podés elegir salvar o no. La historia es críptica, y los personajes que encuentres no te van a ayudar la gran cosa, pero este es el modo que Dark Souls opera, y el modo en que le permite a los jugadores crear su propio personaje para que cuenten su historia individual, sus triunfos y caídas. Este game es una excelente celebración de lo que ha sido el trabajo de From Software hasta ahora, y contiene todos los puntos fuertes de la saga por lo cuál se siente como un fantástico cierre de toda una etapa para un estilo de juego que ya hizo escuela. El tema es que de acá en más From Software tendrá que trabajar en algo diferente para no reiterar, y la pregunta es en qué. Por suerte, mientras esperamos que eso ocurra, podemos jugar Dark Souls III.