Card Shark es un juego que te pone en la piel de un simpático estafador, dispuesto a aprender diferentes trucos de cartas para ganarse la vida. Lo jugamos en PC, nos divertimos mucho, y te contamos nuestra experiencia.
Siempre se habla de la originalidad en los videojuegos, como también en otras formas de arte. Un concepto original es un punto elevado, que juega muy a favor. Pero al hablar de estas cuestiones, a veces se olvida que existen matices y contextos. Por poner un ejemplo, recientemente subimos la reseña del título The Quarry, donde no estamos frente a una historia o concepto original, pero el fuerte de ese juego pasa por cómo se nos cuenta la historia, por su narrativa. Y es algo válido. Sin embargo, Card Shark navega por ambos mundos: tiene un concepto muy original, una gran historia y una muy buena narrativa. Lo jugamos en PC y te contamos todo, en esta reseña.
Usualmente, si pensamos en juegos de cartas, lo primero que quizás se nos viene a la mente son títulos como Hearthstone, todo lo que tiene que ver con Magic, Gwent, y otros por el estilo. Dicho esto, podríamos decir que los juegos de cartas más conocidos tienen mucho que ver con la estrategia, y algunas veces con el rol. Para ciertos países del mundo, juegos como el Truco o el Poker también entrarían en este rubro. ¿Pero qué hay de todos esos trucos de magia con cartas que de chicos solíamos ver en distintos programas? Esta rama de la magia tiene su propio nombre: Cartomagia.
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Card Shark no nos propone jugar a las cartas, sino hacer trampa con ellas. Lograr cumplir ciertas pautas para estafar a la gente y hacer dinero de ciertas formas que quizás la moral no permita, pero dentro del juego es la única salida que tenemos. Nos metemos en la piel de un campesino francés de poca monta, que ha perdido (o nunca tuvo) la habilidad de hablar. Trabajando para un bar, conocemos al Conde de Saint Germain, un mentiroso ladrón que nos enseña un par de trucos para lograr ganar una partida de cartas contra un ilustre ciudadano.
De entrada, nos damos cuenta que el juego nos propone una mecánica similar al point ‘n click para mover a nuestro personaje e interactuar con otros personajes o concretar diferentes acciones. Una vez en juego, todo se trata de presionar ciertos botones en el momento justo, como todo QTE lo propone. El QTE (Quick Time Events), mecánica que también se utiliza en The Quarry, juego mencionado en el primer párrafo, va a ser la principal protagonista a la hora de llevar a cabo todos los minijuegos que nos va a proponer Card Shark.
Por ejemplo: mientras servimos una copa de vino (no tenemos que servir muy poco, ni rebalsar el vaso) espiamos rápidamente las cartas del oponente, recordando el palo de la carta más alta. Luego de servir, mediante la forma en la que pasamos el trapo por la mesa, le comunicamos a nuestro aliado las cartas del oponente.
Más tarde, nos enseñan a mostrar una carta de tres disponibles, mezclarlas, moverlas de un lado a otro sobre la mesa, y hacer que nuestro “cliente” nunca sepa dónde está realmente. En el mismo contexto, nos enseñan a cortar un mazo de cartas y saber siempre dónde se ubica la carta elegida. Paso a paso, nos van convirtiendo en un maestro del engaño.
El juego nos propone utilizar mucho la memoria, estar atento a todo, y tener una buena sincronicidad. Si bien todos los comandos aparecen en pantalla y podemos incluso utilizar la ayuda necesaria, una vez que aceptemos engañar a alguien no hay vuelta atrás. Por más simple que parezca un truco, practicarlo varias veces e incluso tomar nota de algunas cosas puntuales puede llegar a ser muy productivo.
Los QTE no te dan respiro una vez que comienza cada partida, y el más mínimo error nos puede delatar y la aristocracia no se anda con vueltas: enseguida sacan un arma y te disparan, cómo mínimo.
El juego se sitúa en la Francia del siglo XVIII, y bajo este contexto, se marca bien la brecha entre aristocracia y nosotros, unos buscavidas, malandras, gente con la que usualmente no nos gustaría cruzarnos. Detrás de este modo de vida que parece simple, ganando dinero estafando a los adinerados, hay una trama que plantea sacar a la luz unas cuestiones personales del Rey Luis, algo que pega directamente con ese énfasis tan histórico que Nerial, sus desarrolladores, pretenden contagiar con el juego.
Y es que, de una forma tragicómica, casi teatral, se intenta justificar esta forma de vivir. Es como que nos hacen sentir el peso de ser un don nadie en tierra de nadie, escapando de la ley sin haberlo buscado, y viéndonos forzados a aprender nuevas formas de estar a la gente como modo de vida. Somos víctimas de la situación, y si bien elegimos tomar ese camino, se siente como si el personaje no tuviese otras opciones. Todo ese desarrollo, mezclando drama y comedia, tiene por detrás una narrativa impecable, y es algo vital para poder generar empatía.
Otra cosa que está muy bien lograda, es el sentimiento de progresión. Todo lo que hacemos tiene una finalidad concreta, que se ve plasmada y se siente tácita. Cada vez que aprendemos un truco nuevo, enfrentamos a un rival más poderoso, y al mismo tiempo que descubrimos nueva información, ganamos más dinero, y los truchos son cada vez más complejos porque si no, nada tendría sentido. Es como una escala evolutiva que va de la mano con un incremento necesario de la dificultad, todo esto atado de forma magistral por una historia muy atrapante.
El estilo visual es hermoso, compuesto de trazos amplios y desprolijos, como si estuviesen hechos con marcadores y crayones, recordando a muchos libros para niños. A pesar de su minimalismo en cuanto a su concepción, hay una variedad inmensa de detalles tanto en los personajes como en la gran variedad de locaciones, que intentan recrear de forma fiel la época. Las animaciones se ven fluidas y sutiles, sin llegar a ser acartonadas o robóticas. Todo el aspecto visual y el diseño acompañan a la perfección a la historia que se intenta contar, que muchas veces parece una novela visual, otras una aventura gráfica, pero no es estrictamente ninguna de las dos.
¿Recuerdan que en algún momento dijimos que Card Shark requería de atención, concentración, e incluso, si podíamos, de anotar cosas en un papel o libreta? Bueno, quizás ese sea uno de sus puntos a debatir. No podemos decir que es un punto negativo, pero el problema es que, de alguna forma, el título te obliga a jugar Card Shark de principio a fin, sin hacer otra cosa ni jugar nada en el medio. Salvo que, claro, tengas una mente con una memoria impecable.
Mientras jugábamos Card Shark, salió el Teenage Mutant Ninja Turtles: Shredder’s Revenge, y nos sumergimos en él. A los dos días, retomamos el juego de cartas y tuvimos que volver a repasar todo: en las primeras partidas se notaba esa pérdida de aquella pequeña costumbre de hacer todo a tiempo, de mirar rápidamente algunas cosas, de estar concentrado y atento a todo. A pesar de que el juego nos da segundas oportunidades al morir, o que incluso podemos practicar o ver una guía muy básica de cada juego, volver a encaminar el ritmo cuesta un tiempo de adaptación mental.
Pero quizás sea algo muy personal. Analizándolo de forma macro y micro, Card Shark es genial y se siente fresco, de esas propuestas que se ven cada tanto, y que para aquellos que buscamos constantemente nuevos desafíos, resultan como un baldazo de agua fresca en pleno verano. Y es que, si somos sinceros, estamos frente a uno de los juegos más originales de lo que va del año, no solo por su gameplay, sus minijuegos, la forma de jugar mediante QTE y el uso recurrente de la memoria visual, sino porque tiene una gran historia que aúna de forma coherente todo lo que vamos haciendo. Uno de esos juegos que no hay que perderse. Algunos detalles, incluso su irreverencia y su comicidad absurda, nos hizo recordar a los viejos Monkey Island.
FECHA DE LANZAMIENTO | 2 de junio de 2022 |
DESARROLLADOR | Nerial |
DISTRIBUIDOR | Devolver Digital |
PLATAFORMAS | PC, Nintendo Switch |