God of War: Ragnarok ya casi está entre nosotros para continuar la historia de Kratos y Atreus. Ya lo estamos jugando, y te adelantamos qué esperar.
God of War fue una de las grandes sorpresas del fin de ciclo de la PlayStation 4 al mostrarnos no solo que la historia de Kratos no tenía por qué estar concluida, sino que había caminos únicos e interesantísimos para reinterpretarla. En la genial historia del reboot vimos al ex dios de la guerra griego comenzar un viaje con su hijo hasta descubrir un montón de misterios acerca de su identidad, y más importante, verlos forjar una relación que fue una obra maestra de la narrativa en videojuegos.
Ahora God of War: Ragnarok continuará la historia prácticamente donde la dejamos pero esta vez con la posibilidad de vivirla también en PlayStation 5.
Lo primero que te podemos decir es que God of War: Ragnarok es muy respetuoso del primer juego, y prácticamente te ruega que lo hayas pasado antes de arrancar este. Sí, tenés opciones para que te resuman la historia en el menú principal, y cosas por el estilo que hacen de paleativo, pero una vez que arrancás y viviste las cosas junto a Kratos y Atreus, todo lo que ocurre es muchísimo más potente e interesante. A lo Marvel – podés ver Endgame sin ver Infinity War, pero ¿realmente querés hacerlo? Mejor aprovechá, si tenés una PS5, que está gratis en la PS Plus Collection.
God of War: Ragnarok arranca haciendo cosas que un videojuego de un “dios de la guerra” no haría: con silencios, secuencias cinemáticas sin diálogo, y el protagonista que prácticamente contempla a la cámara. De inmediato llega Atreus, y referencia directo a los hechos del final del primer título, y Freya comienza a darte caza en una primer secuencia de acción. De a poco te van reintroduciendo al mundo del juego donde volvés a tener tu hacha, volvés a tener tus blades of chaos, y hasta volvés a ver algunos escenarios del título anterior porque esto es una continuación real.
Comparado al God of War, parece que Ragnarok va a mil por hora pero es porque se supone que ya sabés, ya jugaste el anterior, no necesitan explicarte que las hojas queman y el hacha congela. Sí, tenés tutoriales y un par de cositas que te lo indican, pero en el game previo te tomaba horas tener siquiera acceso a algunas de las herramientas que acá conseguís en la primer hora de aventura.
Jugar God of War: Ragnarok se parece a lo que recordás: te desplazás por mapas semiabiertos, lineales, con muchos caminos aledaños para explorar. La gracia real está en combinar las habilidades de Kratos y Atreus para resolver puzzles, abrir caminos, y partir cráneos. El juego es tan ultraviolento como lo recordás, y los golpes se sienten increíbles, como si tus armas tuvieran peso.
Cuando jugas en una PS5, la sensación de recibir el hacha en la mano después de arrojarla y retornarla con triángulo está muy bien hecha y hace lucir el apartado técnico. A la vez, cuando combatís y derrotás enemigos con movimientos especiales es increíblemente satisfactorio y te va a mantener regresando por más.
Con 5 dificultades diferentes, God of War: Ragnarok se presta para que lo juegues como quieras pero incluso en medium vas a tener que prestar atención a la pantalla y no dejar que los grupos de enemigos te rodeen. Desde el principio tenés herramientas como tu escudo y el contraataque, las flechas de Atreus y el cambio rápido entre hacha y hojas. Lo que cambia es que la experiencia visual se ve increíble – se mantiene el plano secuencia que nunca se corta pero también el nivel de detalle de los pliegues en la ropa, los reflejos de las antorchas en el hielo o los detalles en las expresiones son de una calidad tremenda.
El clima invernal de las primeras horas cambia y varía por completo una vez que comenzás a abrir puertas a otros reinos. Así, vas a ver el regreso de las clásicas áreas donde tenés que recorrer trayectos en bote, bajarte a explorar, abrir puertas, y meterte en sidequests. No te vamos a spoilear nada de eso, pero el contenido opcional es muchísimo y está en vos qué tanta pata le pongas a vivir la trama, que es la atracción principal.
En conclusión
God of War: Ragnarok, a primera vista, es una verdadera secuela que no te subestima ni por un minuto. Las primeras horas están magistralmente pensadas para devolverte al ritmo que ya venías y es un poco como hacer gimnasia. A medida que te matan dos, tres, cuatro veces recordás todos los trucos del primer juego, tu forma de pelar, y te entusiasma la idea de encontrar piezas de armaduras, runas, y demás para volver al nivel de poder que venías manejando. Sí te podemos decir que no es que Ragnarok te vaya a aportar alguna novedad que varíe fundamentalmente la experiencia pero cuando se siente tan intrínsecamente conectado a su predecesor, te das cuenta que estás acá para continuar la historia con un nuevo capítulo. El single player narrativo es la fortaleza histórica de PlayStation, y este título quizás sea el primero en sentirse como los juegos pre-pandemia, así que cualquier fanático puede estar listo para recibirlo con los brazos abiertos: el (buen) pelado está de vuelta. En tu cara, Vin Diesel.