Un brazo robótico que es capaz de “sentir” lo que toca y actuar en consecuencia. El “milagro” es responsabilidad de un alumno del Biomedical Engineering at the Georgia Institute of Technology de Atlanta. Su brazo robótico ha abierto la puerta a robots capaces de tocar e identificar qué es lo que están manejando.
Para conseguirlo, el brazo incluye un recubrimiento a modo de piel repleto de sensores que recogen variables y además son sensibles a la presión. Esa información se transmite a un equipo informático que identifica el objeto y decide qué hacer con él. En las pruebas, el prototipo era capaz de tomar objetos concretos de entre una cantidad mezclada con diferentes acabados y texturas.