La escasez de chips causada por la pandemia podría ser un problema hasta 2023, según la firma Forrester, y podría extender el aumento de precios. Te contamos lo que dicen los expertos, ¡en esta nota!
La pandemia, además de cobrarse incontables vidas y poner en jaque al mundo en montones de sentidos por la crisis sanitaria, tuvo además el efecto de crear una escasez de chips en el mercado. Este fenómeno hace que la producción de montones de productos, desde consolas de videojuegos, hasta electrodomésticos e incluso cepillos de dientes tengan problemas a la hora de crear nuevos productos. Ahora, el vicepresidente de la consultora Forrester, Glenn O’Donnell, afirmó que este fenómeno podría prolongarse hasta al menos 2023.
Desde el blog de Forrester, O’Donnell explica: “como la demanda se mantendrá alta y la oferta se mantendrá restringida, esperamos que la escasez de chips dure todo 2022 y hasta 2023“. Esto afectará a todos los productos de la industria de la tecnología, pero quizás se suavice para los fanáticos de los videojuegos, aunque “no la gran cosa“. Es que el autor espera que los data centers compren más chips tras lo que describe como un “2020 catastrófico“. Concluyó: “si sumás el deseo de instrumentar todo, junto al crecimiento sostenido en la nube y las criptomonedas, y solo vemos un boom en la demanda de chips“.
Patrick Armstrong, CIO de Plurimi Investment Managers, declaró que espera que este periodo de escasez dure unos 18 meses. “No se trata solo de autos, es también teléfonos, la Internet de las cosas… hay tantos bienes que tienen más chips que lo que nunca tuvieron en el pasado. Todo tiene Internet“, declaró. Justamente, la industria automotriz fue la más afectada, a pesar que TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) aseguró que cree que se pondrá al día con la demanda para junio. Los expertos dudan: “si escuchas a Ford, BMW, Volkswagen, todos encontraron un cuello de botella en su capacidad de producción con los chips que necesitan para los nuevos autos“, declaró.
Sin embargo, no todas son malas noticias. Por ejemplo, Intel anunció en marzo que planea combatir el fenómeno con una nueva inversión en Arizona, Estados Unidos, con la que busca abrir dos fábricas nuevas, y que hay planes para crear una tercera en Europa. Eso no soluciona el problema inmediato, pero debería ayudar a palear complicaciones futuras y dar empleos.